Mi primera experiencia en el sector inmobiliario
“Mi terrorífica primera experiencia en el sector inmobiliario”, Cabe resaltar, que, para mí, realmente fue una experiencia terrible y me encantaría poder contársela, porque, así como a mí, probablemente, también les ocurra a ustedes, sobre todo, siendo nuevos en el rubro.
Recién había ingresado a una empresa reconocida, sin tener experiencia en alquileres y ventas sentía que podía arrasar con todo lo que se me cruzara en el camino, pues recién había decidido renunciar a mi anterior trabajo en el cual llevaba diez años atendiendo al público y mi desenvolvimiento delante de las personas me había ayudado siempre a llegar al corazón y mente de mis clientes.
Decidí prospectar en mi distrito, un lugar bello, pequeño y en donde sentía podía volverme asesor inmobiliario de la zona, a pesar que había un verdadero agente inmobiliario que me pisaba los talones y tenía la experiencia que yo no tenía.
Llamé a mi primera cliente, una señora aparentemente muy buena, educada y quien me abrió las puertas de su hogar para escuchar mi propuesta.
Los minutos pasaban y nosotras seguíamos conversando sobre el distrito y cosas en común que teníamos, tuvimos una excelente química y no dudó en darme la oportunidad de entregar las llaves de su departamento para que pudiera ofrecerlo y alquilarlo.
Realmente me sentía, ganadora.
Empecé a llevar al departamento diversos clientes previamente filtrados y todo para que al final la propietaria se comunicara conmigo y me diga: Mariella, me han presentado a una señora que sufre de depresión, pero se ve muy buena persona, alquilémosle a ella.
Cuando me contó que ya la había recibido en su casa, que había hablado con ella, y que realmente se notaba que tenía serios problemas psiquiátricos, me sentí en la obligación de pedirle que lo piense bien, ya que teníamos otros posibles clientes que calificaban para volverse en sus arrendadores.
A lo que la propietaria me respondió, Mariella, ya le dí mi palabra.
Pues, en ese momento me dí cuenta que ya lo había decidido, que no podía hacer más, me retiré de la casa de la propietaria indicándole que la filtraría de todas maneras, y que la mantendría informada apenas tuviera la información. Cabe recalcar, que me retiré de su casa a las 8 de la noche.
Al día siguiente, prendí mi celular como de costumbre a las 7:00am y tenía como doce llamadas perdidas de mi cliente desde las 5:00am. En ese mismo momento la llamé pensando que había alguna emergencia, pero no, resulta que deseaba saber si ya tenía la respuesta del filtro de la futura arrendadora, le indiqué que aún no tenía la respuesta, que en el transcurso de la tarde le estaría informando.
Ese día, me fui a Miraflores a mostrar otra propiedad y luego a la oficina a dejar documentación. Mi celular se quedó sin batería como a las 3pm y la señora me había llamado en muchas oportunidades, y no se le ocurrió mejor idea que ir a mi casa a tocar la puerta y decirle a mi esposo, quien abrió la puerta, que yo era poco profesional, una irresponsable ya que no le contestaba el teléfono y que mi obligación era estar disponible para ella en todo momento, y por si fuera poco, le dijo a mi esposo, que gracias a ella nosotros comíamos.
Llegué a mi casa a las 5pm aproximadamente y me contó todo lo que la señora dijo a gritos en la puerta de mi casa, ¿Por qué conocía mi casa? Porque vivíamos casi al frente, y el día que hablamos largo y tendido nos habíamos contado cosas de nuestras familias quienes han residido toda su vida en el distrito.
Pero sé que quieren saber lo que pasó después ¿Cierto?
Pues aquí les cuento. Dejé mi celular cargando y fui a su casa a conversar con ella.
No les puedo negar que fui, con sentimientos encontrados, sentía indignación y miedo a la vez, mucho dolor por las palabras que le dijo a mi esposo frente a mis pequeños hijos en la puerta de mi casa y junto a ello muchas ganas de dejarle en claro que no tenía derecho alguno de hacer ese escándalo solo por no haber tenido mi celular prendido ya que me había quedado sin batería y quizá pude haber tenido alguna emergencia y debía comprender, pero adivinen ¿Qué pasó?, fui temblando como gelatina, recuerden que era mi primera captación, sería mi primer cierre de alquiler y a la vez no sabía si nosotros como asesores o agentes debíamos decir Amén a todo lo que nos dijeran los clientes.
En ese ínterin la propietaria no solo había ido a mi casa, también había llamado a mi oficina, a mi bróker, a mi gerente comercial y al agente inmobiliario que me pisaba los talones porque tenía mucho más conocimiento que yo, quien pertenecía a otra sucursal y quien no tuvo el menor reparo de embarrarme más de lo que ya estaba diciéndole que tenía cero experiencias y que debió llamarlo a el antes que aceptar incluso escuchar mi propuesta ya que él se “encargaba de arrendar y vender en todo el distrito, no yo”.
A pesar de todo lo que hizo mi cliente e incluso después de hablar conmigo pacíficamente y disculparse conmigo habló con mi gerente comercial y pidió que el mismo hiciera toda la documentación para alquilarle a la señora que ella había conseguido, ya que yo jamás la llevé y ellas ya habían llegado al acuerdo de pagar por adelantado 6 meses de alquiler.
En pocas palabras me sacó del juego.
Mi gerente comercial cerró el alquiler a solicitud de la propietaria, fueron a la notaria y me reconocieron mi primera comisión, esa comisión que aquí entre nos, me hizo llorar en mi casa y frente a todos mis compañeros en la oficina.
¿Acaso piensan que aquí acabó la historia? Pues ¡NO!
Pasaron los seis meses y la propietaria llamaba a mi gerente comercial para que la ayudaran a sacar a su inquilina, que era un terror tenerla en su departamento, que estaba arrepentida de haber hecho el contrato con ella.
Al final, se hizo lo que ella pidió sin escuchar a su asesor inmobiliario.
Hoy, está a punto de sacarla de su departamento, y adivinen a ¿Quien llamó hace unas semanas atrás para que ofreciera su departamento cuando lo desocupe?
¡Sí! A mí.
Una película escalofriante con ¿Final feliz? Parece que sí.
Mariella Gómez Price
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