Que Dios nos ampare
Han pasado más de cuarenta días desde la segunda vuelta electoral de la que es, sin lugar a dudas, la elección presidencial más polarizada de nuestra historia republicana. Las acusaciones de fraude en ambos frentes, el espectáculo de algunas personas afilando machetes contra las pistas del centro de la ciudad, iracundas señoras amenazando a una bombero con chicote en mano, gente acampando frente al Congreso, un JNE con una muy reducida credibilidad, autoridades que evidencian su inclinación ideológica, las constantes quejas de una candidata y los chispazos filosóficos de un candidato que a duras penas logra hilar dos frases seguidas son, entre otros, los condimentos de un proceso que nos agota diariamente.
Todos los hechos apuntan a que quien sería proclamado como presidente de la república es el candidato Castillo, quien ha prometido una y otra vez un cambio radical del modelo económico y de nada menos que la Constitución, como si ello fuera algo sencillo y que, sobre todo, no tuviera consecuencias devastadoras para la economía del país.
Y entre todas las noticias (que sinceramente cada vez veo menos) esta semana se dieron algunos nombres que podrían integrar el gabinete del nuevo mandatario, entre ellos figuran nombres como la cuestionada candidata a la primera (y única) vicepresidencia: Dina Boluarte, quien tiene serios señalamientos por no haber renunciado a su cargo para que su candidatura, como la futura Presidenta del Consejo de Ministros; creo que es casi seguro el nombramiento de Pedro Francke al frente del MEF, así como también Hernando Zevallos posiblemente designado como Ministro de Salud, esta última es una cartera ministerial de suma importancia pues tenemos un proceso de vacunación en marcha y la peor crisis sanitaria de la historia reciente de la humanidad.
Pero lo que llamó fuertemente mi atención fue escuchar un nombre en particular como posibilidad para hacerse cargo del Ministerio de Vivienda Construcción y Saneamiento, nada más y nada menos que el tristemente ilustre Juan Pari. Esta es aún una información que no ha sido confirmada, pero que a mí en particular no me deja tranquilo.
Su pobrísima presentación en el debate de equipos técnicos previo a la segunda vuelta, mostró un total desconocimiento de la economía nacional y una peor capacidad de exponer ideas al respecto. Pari, natural de Tacna, es un ingeniero economista que realizó sus estudios en la Universidad Nacional del Antiplano y ha gestionado proyectos de desarrollo en múltiples regiones (no todos exitosos).
Inició su carrera política en el año 2006, cuando postuló al Congreso de la República, sin embargo, no logró ser electo. Pero llegó a ser congresista a raíz del fallecimiento del congresista por el partido Unión por el Perú Juvenal Ordóñez el 17 de diciembre del 2009.
En las elecciones generales del año 2011, fue elegido congresista en representación de Tacna, esta vez llevado por la alianza Gana Perú. Una de los logros del mencionado ingeniero fue haber presidido la Comisión Lava Jato en noviembre del 2015 con la consigna de investigar los presuntos actos de corrupción perpetrados por las empresas brasileñas en el Perú.
El 23 de marzo del 2017, el entonces congresista del APRA Mauricio Mulder presentó una acusación constitucional contra Pari, por supuestamente haber ocultado información a los demás miembros de la Comisión Lava Jato de 2015-2016, sobre documentos que registraban movimientos bancarios de Pedro Pablo Kuczynnski, en las que se mencionarían transferencias de dinero procedentes de Odebretch hacia la empresas unipersonales del entonces presidente de la República. Mulder se respaldó en una entrevista que Pari dio al semanario “Hildenbrandt en sus Trece”, en la que Pari señala textualmente:
“Cuando estaba dirigiendo la comisión, los congresistas fujimoristas que la integraban (Karina Beteta y Jesús Hurtado) pedían insistentemente la documentación financiera de Kuczynski. Como estábamos en plena campaña electoral, tuve mucho recelo con el manejo de la información y no la entregué”.
Y así sin más, nos encontramos ante la posibilidad de que un personaje con semejantes referencias se haga cargo de una de las carteras ministeriales más importantes del país, ¿con qué méritos? ¿con qué conocimientos reales del sector? Pues no encuentro alguna respuesta alentadora.
El sector inmobiliario postula a formalizar su diario accionar, necesitamos para ello, autoridades que den la talla y que no echen por la borda lo mucho o poco que se hubiera avanzado hasta ahora.
- Autor: Ángel Giancarlo Strat
- Columna: Con el Dedo en la Llaga
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