No te preocupes que todo está en regla | Anécdota Inmobiliaria
Hace algunos años atrás, capté una casa para venta en Pueblo Libre. Era antigua pero en buen estado. Tenía dos plantas y según la altura de las edificaciones de la misma calle, podría levantarse hasta cinco pisos. Además estaba súper ubicada, pues se encontraba a dos cuadras del cruce de La Marina con Sucre.
Pude captar dicho inmueble a través de una tía, pues el propietario era su jefe, un abogado de edad avanzada y con cierto grado de éxito profesional y reconocimiento.
Al indagar con mi tía sobre la experiencia previa en venta de inmuebles de su jefe, pude conocer que hacía algunos años había vendido tres propiedades y lo había logrado justamente con la ayuda de ella.
Sin embargo esta ocasión era diferente, porque prefería hacerlo a través de un agente inmobiliario y como lo mencioné, yo había sido por referencia el elegido para encargarme de dicha operación de venta.
Al momento de conocer y entrevistarme con dicho propietario, hubo un trato cordial y amable de ambos lados, aunque él pretendía tener siempre la última palabra. Fue así que llegué al momento en que pregunté por la situación legal del inmueble, a lo que recibí como respuesta un seco y contundente “Todo está en regla…”
Cuando dialogo con mis potenciales clientes, tengo como pauta preguntar y corroborar la situación legal de sus predios, solicitando los documentos respectivos, lo cual procedí a hacer también en esta mencionada ocasión. Sin embargo recibí nuevamente como respuesta el irrebatible “Todo está en regla”.
Normalmente cuando un cliente es renuente a mostrarme los documentos de su vivienda, insisto explicando la importancia de comprobar la situación legal de los mismos, pero en esta ocasión no lo hice por varios factores: Porque mi cliente era abogado y eso me daba la confianza de que conocía plenamente la situación de su inmueble, además que ya había pasado por la experiencia propia de vender tres de sus predios. Asimismo aunque mis protocolos me indicaban que debía insistir, a su vez no quería contaminar el buen ambiente que se había creado entre ambos y arriesgar la confianza y recomendación de mi tía. Debo confesar además que otra de las razones fue que hasta cierto punto me sentí algo intimidado, mezcla de la firmeza de la respuesta y a los antecedentes de abogado exitoso de dicho cliente.
Aproximadamente cinco meses después logramos una propuesta de compra concreta para la vivienda, proveniente de una pareja joven de esposos, quienes tenían un crédito preaprobado. Acordado el precio final de venta, se procedió a entregar la documentación al banco directamente y a través de mi tía, recibiendo consecuentemente a la empresa de tasación.
Cuando recibimos la noticia del monto calculado producto de la tasación, grande fue nuestra sorpresa, pues el mismo reducía en aproximadamente un 20% del precio de venta acordado… ¿La razón?, pues que según los documentos, si bien el predio tenía en la realidad cierto metraje construido, en los papeles esto no había sido declarado, por lo cual existía una incongruencia que había afectado el cálculo de la tasación y por ende ponía en riesgo la aprobación del crédito y venta.
El comprador trató de convencer al vendedor para ajustar el precio y ayudar a concretar la venta, pero el vendedor se negó. Finalmente esta venta se cayó y naturalmente también mi entusiasmo. Hablé con mi tía para que se coordine la contratación de un arquitecto que pueda ayudar con la regularización de los papeles, pero semanas después no se iniciaba coordinación alguna, así que simplemente suspendí y finalmente abandoné la publicidad y oferta de dicho inmueble.
Han pasado varios años y para describir esta historia volví a comunicarme con mi tía, para saber si se había ya solucionado el mencionado inconveniente y según lo que me indica, aún ni siquiera se inicia.
Autor: Marcos Velazco
Director de MV Soluciones Inmobiliarias
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