Los agentes inmobiliarios invisibles

Los tiempos que vivimos nos han empujado a una realidad completamente distinta a la que nos imaginábamos en las últimas horas del 31 de diciembre último, cuando nos abrazábamos para darle la bienvenida al 2020. De un momento a otro dejamos de trabajar por un tiempo indeterminado, en un principio la mayoría pensó que quince días sólo atrasarían un poco las operaciones que veníamos atendiendo, ¿quién no tenía una reunión programada para el lunes 16 de marzo que debió suspender por el inicio de la cuarentena? Algunos tuvimos que suspender incluso alguna firma de escritura pública de alguna operación “pre COVID”, pero al irse extendiendo una y otra vez las medidas restrictivas tuvimos que esperar a la famosa “reactivación económica” y a la reapertura de las notarías y a las entidades estatales involucradas en las transacciones inmobiliarias para retomar lo pendiente.

Hace unos días, con el reinicio de las operaciones en distintos sectores, vimos “la luz al final del túnel” al tener la esperanza de poder reiniciar nuestras labores como agentes inmobiliarios, esto viendo incluso que el sector construcción y las actividades relacionadas con ello, lo que nos hizo suponer que al fin regresaríamos, nada más lejano a eso. Incluso las diferentes asociaciones inmobiliarias estuvieron preparando (equivocadamente cada una por su lado) los protocolos sanitarios como una propuesta para viabilizar nuestro regreso, se logró una muy publicitada reunión con el Vice Ministro de Vivienda, el cual aseguraba el inicio de aquella relación tan necesaria entre los agentes inmobiliarios y el Ministerio de Vivienda; lamentablemente, y a pesar de las promesas de parte del representante de dicho Ministerio, nos vimos otra vez aplazados.

Es esto último lo que me animó a escribir el presente artículo, durante años, incluso desde la promulgación de la ley N° 29080, los agentes inmobiliarios hemos sido prácticamente invisibles para el Ministerio de Vivienda, no existimos para dicho ente; prueba de ello es que los distintos ministros que han pasado por dicha cartera desde el año 2007 (año de la promulgación de la ley) hasta ahora se refieren con el término “inmobiliaria” únicamente a las empresas desarrolladoras de proyectos de construcción y en ningún momento a las empresas y personas dedicadas a la intermediación y a la venta y arrendamiento de inmuebles de segundo uso, inclusive durante mucho tiempo el registro de agente fue un real saludo a la bandera y tenerlo o no era indistinto al momento de agruparnos en alguna operación determinada, pues en la actualidad hay agentes sin registro con mucha preparación y, en algunos casos, con mayor conocimiento que los que sí tenemos el registro.

Es en esta época donde hay una razón realmente de peso para tener el tan mentado registro, pues la corriente va hacia que el reinicio de labores (aún con fecha incierta) sea para los agentes que sí somos registrados, al menos en teoría.

Pero ¿cómo se ha comportado el mercado en estos días? Estoy seguro que absolutamente todos los que nos dedicamos a esta labor hemos recibido llamadas de personas o empresas que preguntan por los inmuebles que tengamos en stock, o también hemos recibido llamadas de clientes que desean vender o alquilar sus propiedades y solicitan que nosotros nos encarguemos de ello, este escenario nos deja las siguientes interrogantes: ¿Lo atiendo a pesar de no tener el permiso respectivo aún?, ¿si le digo que no buscará otro colega que le diga que sí lo puede atender? Lo cierto es que el mercado no paró nunca, pero podíamos hacer poco o nada con ello.

Si a todo esto le sumamos la probada ineficiencia de un gobierno que premia a médicos extranjeros mientras los nuestros aquí se contagian o, en el peor de los casos, se mueren por falta de equipos de protección y que las mismas personas que trabajan en el sector salud tienen que adquirir dichos equipos con sus propios recursos, un gobierno que nos pide que nos quedemos en casa cuando hay población que no tiene donde vivir y que trabaja para el día a día, una Ministra de Producción que asegura que los agentes inmobiliarios romperíamos la cuarentena por tener que entrar a inmuebles vacíos o con un protocolo bien estructurado si el inmueble se encuentra ocupado, pero sí autoriza a los técnicos que instalan el cable a entrar a tu casa y transitar por los distintos ambientes de tu vivienda, donde un peluquero o estilista sí te puede atender a domicilio, donde se sataniza al ambulante quien realmente ha sido un comerciante formal antes de la cuarentena, pues el panorama se torna más sombrío aún.

¿Qué camino debe seguir el agente inmobiliario entonces?

El sector inmobiliario ha luchado contra la informalidad desde siempre, y el panorama actual ayuda muy poco a esa lucha teniendo en cuenta que si vendemos o conseguimos el arriendo de una propiedad estamos incurriendo en una falta que podría acarrearnos a tener que pagar una multa por ello. Entonces: ¿pago el impuesto por la transacción en la que asesoré? Pues ello alertaría de una operación inmobiliaria no autorizada, o ¿si no declaro la operación? Pues la evasión de impuestos tampoco es el camino adecuado para combatir la informalidad que sigue siendo la pandemia más fuerte que enfrenta nuestro país desde tiempos inmemoriales.

Quizá justamente el no haber pagado impuestos y que muchos agentes no hayan obtenido aún su registro sean unas de las causas por la que nuestro sector aún no obtiene la tan deseada “luz verde” para poder regresar a nuestras labores.

Esperemos que el camino a la formalidad sea el norte a seguir, que se reactive nuestra labor lo más pronto posible, que dejemos de tener innumerables asociaciones de agentes inmobiliarios lo que no ayuda a la unión del sector, que logremos la relación ofrecida por el Vice Ministro de Vivienda entre el sector y el Ministerio y que todo esto ayude a que para el encargado de turno de la Cartera de Vivienda dejemos de ser Los Agentes Invisibles.

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