El Otro Camino
El mercado inmobiliario ha sufrido cambios bastante drásticos en los últimos diez años: el incremento indiscriminado del número de asesores y agentes, la llegada de marcas trasnacionales al mercado nacional, la apertura de una gran cantidad de oficinas de dichas marcas y la alta rotación del personal de las mismas hicieron ingresar a este rubro a muchas personas con distintas características, la digitalización de procesos, la proliferación de marcas personales y demás han marcado esa tendencia. Algunas personas se entusiasmaron de sobre manera, esto pues se les vendió la idea de que el mercado inmobiliario era prácticamente el nuevo producto de una especie de red de mercadeo, generando así una expectativa que poco a poco se fue diluyendo y desilusionando a quienes se hicieron la idea de hacerse millonarios en un tiempo corto y sin mucho esfuerzo, nada más lejano de la realidad.
De igual manera hubo quienes decidieron especializarse y, de la misma forma, capacitaron a otros asesores, los mismos que llegaron a convertirse en agentes inmobiliarios de muy buen perfil profesional que llegaron a cerrar operaciones importantes y ganaron una cartera de clientes que les permite estar operativos hasta hoy. Dentro de este grupo también están quienes decidieron en un principio lanzarse a la aventura de ser independientes o de fundar sus propias empresas asociados a otros agentes con un perfil similar.
Luego se encuentran aquellos agentes que han podido sacar un plus adicional a la labor inmobiliaria, ya sea como consultores, inversionistas o como docentes que preparan a los nuevos colegas en el curso para conseguir el código que los acredite como tales, lo que ha permitido que lleguen a dictar conferencias, cursos, tener sus propios canales digitales y un largo etc.
Pero ¿qué pasa cuando uno opta por la independencia y esto no resulta del todo bien? ¿Qué sucede cuando nos va bien por un tiempo y luego la fortuna deja de sonreír? ¿Y si la decisión fuera juntarse para hacer empresa con personas que salen corriendo cuando las cosas empiezan a ponerse “color de hormiga”? Estas interrogantes se le ha pasado por la cabeza a más de uno, sobre todo, en aquellos momentos donde la posibilidad de tomar otro camino puede llegar a ser considerada como un retroceso más por otros incluso que por uno mismo.
¿Por qué contemplar la posibilidad de trabajar en alguna franquicia si ya se ha recorrido un camino importante como independiente? ¿Hay algún agente que se atrevió por pasar por distintas etapas de esta labor? (léase trabajar para una empresa, ser independiente, tener una empresa propia, etc.) Como siempre, no existe una respuesta correcta y tampoco se puede ensayar una respuesta general pues cada escenario es distinto, así como también son distintas cada una de las situaciones.
Quizá si cuento un poco de mi caso se podrá entender mejor el espíritu de este artículo: Yo empecé mi labor en el mercado inmobiliario trabajando para la empresa Estrategia & Acción que era la encargada de alquilar algunos espacios en Mega Plaza de Lima Norte por casi dos años; después de un paso por una empresa dedicada a otro mercado, llegué a pertenecer al staff de agentes inmobiliarios de Alfredo Graf & Asociados por poco más de cuatro años, es ahí donde logré obtener mi Registro de Agente Inmobiliario por un convenio entre el instituto IBR y la mencionada empresa; seguido a ello estuve haciendo labor de agente independiente, con algo de éxito económico y año y medio después tuve la oportunidad de asociarme con dos personas y fundar “Inmobiliaria Élite” logrando así especializarme en el sector comercial y retail del mercado inmobiliario peruano. Lamentablemente mi relación laboral con quienes fueron mis socios no terminó bien por razones que prefiero reservarme y me vi nuevamente trabajando de manera independiente. Esto fue duro, pues esta etapa se cruzó con otra fase en mi vida personal que me mantuvo un poco desenfocado; ya los años siguientes fueron de volver a avanzar y en agosto del 2019 decidí incorporarme a las filas de Century 21 en la oficina LK, una oficina nueva y con muchas expectativas y ganas de hacer las cosas de manera correcta, lo que fue justamente aquella característica que me atrajo a plasmar mis conocimientos y tratar de colaborar con esta empresa en la que acabo de cumplir un año trabajando.
Recibí muchos comentarios resultado de aquella decisión: algunos creían que había adquirido una franquicia, otros me felicitaban por haber dado ese paso y algunos otros me preguntaban si estaba loco, que si ya había logrado cosas importantes como independiente ¿“qué hacía ahí”?. Indudablemente ha sido un año con innumerables experiencias bastante gratificantes y donde me costó también el volver a adaptarme a ir a la oficina todos los días, a cumplir con procesos de la marca en sí, a enviar reportes, pero también a estar al frente de un grupo de agentes y asesores que ha logrado que pueda aprender más a través de la enseñanza.
Lo que para algunos significa un retroceso, para mí fue una reinvención mucho antes de que se ponga de moda aquella palabra, mi experiencia este año en Century21 ha significado la retroalimentación que necesitaba sin saberlo, ha sido el volver a capacitarme en temas que quizá ya conocía pero que he recordado con otra perspectiva, ha sido el año de atreverme a escribir líneas como estas que puede no ser del agrado de algunos, pero sí de otros, ha sido la plataforma perfecta para conocer a más colegas con los que compartimos ideales de profesionalismo y ética, ha sido descubrir una faceta de docente en un rubro que me apasiona como a muchos que nos dedicamos a esto. Todo ello me da la certeza de que no me equivoqué al escoger “ese otro camino”.
Entonces, es indudable que el mercado inmobiliario en el Perú y el mundo seguirá cambiando a una velocidad poco conocida y que esto originará nuevas oportunidades para todos los actores de este sector de la economía de nuestro país. La simple sugerencia que puedo dejar es: Nunca dejar de contemplar alguna opción que permita poder hacernos crecer como profesionales y también como personas.