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El Amor desmedido de una Madre

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En mis primeros días de agente inmobiliario, me tocó vivir una experiencia que me entristeció mucho, hice la visita a una casa que no me era conocida, pero tenía toda la intención de darle mi mejor esfuerzo, quizá porque era mi primera captación, y quería sentirme bien conmigo misma.

Al llegar al inmueble ubicado en Santa Anita, me encontré una triste historia del porque la venta de la casa, al ingresar me encuentro con toda una familia, entre dos adultos mayores, 2 hijas y 3 nietos, todo juntos muy ansiosos esperando mi ofrecimiento, pero mi primera pregunta fue porque el interés en vender la casa, y es donde empieza la historia que me conmovió.

Para empezar uno de los nietos de unos 21 años de edad, se dirigió a mí, indicando que los propietarios eran sus abuelos, doña María y don Guillermo, en ese momento doña María hizo uso de la palabra, en su mirada había tristeza y algo tímida me dijo: - mi esposo no escucha y está mal de salud, pero nosotros no queremos seguir viviendo en esta casa.

A lo que toda su familia volteo la mirada hacía doña María, y yo un poco perturbada, solo atine a mirarla y seguir escuchando.

Doña María continuo y dijo: - bueno señora le contaré un poco, yo soy propietaria solo del primer piso y la parte de atrás, porque mi yerno cuando estaba casado con mi hija se encargó de quitarme la mitad (60 m2) de los aires, y ellos han hecho los documentos en el notario, si se dio cuenta desde la calle se puede ver dos pisos más terraza, toda esa construcción la hizo mi hija y con su esposo, solo vivieron un tiempo luego lo vendieron a otras personas, y yo me quede con mi casa partida en dos.

Entonces con un tono de mucho dolor, me decía que para ella era imposible seguir viviendo allí, porque con tanto esfuerzo su esposo y ella compraron la casa en primer piso techado (111 m2), para vivir con su esposo, hijas y nietos y bueno con la idea de dejar un lugar para vivir a su familia, pero su propia hija que tuvo un mal esposo ambicioso él, influyo en esta decisión de querer la mitad de los aires, no me pude negar pero esta situación me quito la tranquilidad y el sueño de gozar de mis hijas y nietos en este lugar.

Doña María me miro y me dijo: -Señora usted puede ayudarme, haga todo lo posible, porque creo que ya hice bastante, hasta el momento mis otras hijas siguen conmigo, pero prefiero dejar todo como está, comprarme un departamento y vivir solo con mi esposo, olvidar todo lo sucedido y bueno mis otras hijas deben buscar un lugar donde vivir.

A todo esto, quede impresionada de lo mal que pueden tratar los hijos a sus padres por la simple ambición ajena, apoderarse de un bien para obtener un beneficio, muy a pesar de que los hijos no invierten, los padres con todo el amor del mundo ceden sus bienes como herencia, pero la falta de tino, de su propia hija, y no poder esperar al menos que sus padres dejen de existir para hacer uso de su herencia, por el contrario se benefician con el bien, ocasionando un daño tan lamentable, cuando a los hijos lo único que debería importarnos es que nuestros padres sean felices, darles lo mejor y sobre todo no quitarle la tranquilidad en sus últimos años de vida.

Yo soy madre y entiendo que, si los padres traen hijos al mundo, es para ser felices y hacer felices a sus hijos, pero muchas veces confundimos esto con lo material, cuando deberíamos mantener lo más valioso como es el amor, la comprensión, la tolerancia y sobre todo la paz.

No lleguemos al dicho que dice: “Cría cuervos, y te sacarán los ojos”.

 

Marita Ysabel Vales Gonzales

Agente Inmobiliario

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Revisado por: Angel Giancarlo Strat: docente, agente inmobiliario y columnista de "Con el dedo en la Llaga"

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