Como el Ave Fénix (mi historia sobre Alfredo Graf)
Entre los años 2008 y 2011 tuve la oportunidad de ser parte del staff de agentes inmobiliarios de la empresa Alfredo Graf & Asociados; esa ha sido una experiencia que marcó tanto mi vida profesional como personal pues me tocó conocer excelentes agentes y consultores, todos ellos personas con muy alto estándar de profesionalismo, lo que me permitió nutrirme de conocimientos y experiencias que me ayudaron (y hasta hoy me ayudan) en mi día a día en el desarrollo de mi labor como consultor inmobiliario; dichas experiencias me sirven incluso al dictar clases a los futuros agentes inmobiliarios del país, así como en mi tarea de dirigir al grupo de asesores que tengo encargado en mi oficina en Century 21 LK.
Para hablar de Don Alfredo hay que adentrarse mucho en su historia, en sus inicios, en su vida, desde su infancia en la ciudad portuaria de Trieste en Italia (su país natal), su experiencia al ser inmigrante, anclando primero en Argentina y luego en Perú (país que siente suyo), en su olfato para afrontar los distintos negocios en los que ha incursionado, su gusto por la música clásica, su pasión por el arte en todas sus manifestaciones, su faceta de músico, su predilección por la pasta y el buen vino y , sobre todo, su don de gente y su calidad de ser humano.
Alfredo Graf nació en Italia el año 1927, luego de pasar un tiempo en Yugoslavia, decidió enrumbar hacia Sudamérica al ser, junto a su familia, uno de los tantos afectados por la Segunda Guerra Mundial, producto de esto, decidió embarcarse hacia Buenos Aires – Argentina; es en el país del tango, donde estudió técnica automotriz. Años después vino al Perú, con 24 años de edad decidiendo echar raíces por estas tierras. Lo que pesó en dicha decisión fue que su hermano trabajaba en Lima como gerente de la compañía se seguros El Sol (ahora Mapfre), este hecho animó a Don Alfredo a quedarse para siempre en nuestro país.
Llegó a Lima procedente de Buenos Aires un 16 de junio de 1951, por aquellos años Manuel A. Odría era presidente y el Perú vivía un clima de constante tensión, pero aquello no asustó a Don Alfredo, por el contrario, él seguía pensando que era un país interesante. Poco tiempo después empezó su vida profesional en la empresa Motormóvil. Sólo después de seis meses comenzó a vender autopartes en su muy conocida oficina de la avenida Petit Thouars, misma locación en la que su empresa trabajó por incontables años. La compañía Volvo eligió como representante exclusivo al señor Graf. Años después, los mismos ejecutivos de Volvo lo animaron a representar una marca que pocos conocían por esos años, pero a la que con el olfato finísimo para los negocios que ya mencionamos, le hacían augurar un futuro extraordinario: TOYOTA. El tiempo demostró que don Alfredo tomó una muy buena decisión: hoy TOYOTA es una de las empresas que más autos vende a nivel mundial.
Las marcas de autos que vendía don Alfredo eran muchas: Ford, Jaguar, Chevrolet, Mercury, etc. Lo que hacía que vender un Toyota por aquellos años sea una tarea realmente titánica, ello no significó impedimento alguno para que el señor Graf pudiera venderlos.
Un capítulo poco conocido en la vida de Alfredo Graf es que fue corredor de autos hasta 1960, pero fue un accidente con el auto que participaba en una competencia lo que lo obligó a retirarse de los circuitos automovilísticos. Curiosamente fue nada menos conduciendo un Volvo que se fracturó la pierna, lo que ocasionó que estuviera siete meses en una clínica y seis más en rehabilitación. Pero, como para sacar a relucir su inmenso ingenio, escribió una carta a la fábrica contando los detalles del accidente, esto originó que a partir de ello mejoraran los cinturones: ya no serían sólo horizontales hasta la cintura, sino diagonales hasta el hombro. Sí, Alfredo Graf tuvo influencia directa en el tipo de cinturones de seguridad que todos utilizamos en nuestros autos hoy por hoy.
Además de lo expuesto, don Alfredo fue uno de los partícipes de la inauguración del primer canal de televisión comercial, el canal 4. La programación de dicho canal se transmitía desde las seis de la tarde a diez de la noche, las primeras pautas publicitarias que se emitieron fueron de Volvo; Dicho evento contó con la presencia del gerente general de la matriz de la marca de autos. El costo de dicha pauta fue bastante alto, pero don Alfredo se arriesgó con el afán de introducir la marca. Esto significó un gran riesgo, debido a que entonces nadie sabía en qué iba a terminar la televisión; sin embargo, su espíritu visionario estuvo nuevamente presente.
Don Alfredo es uno de los pocos empresarios en el mundo con una muy marcada inclinación hacia la cultura y el arte. Muchos miembros de su familia han sido aficionados a la música. Su hermano tocaba el violín y él la trompeta (algo más que me acerca a él). La música es una de las artes preferidas de Alfredo Graf. Ha sido amigo de la gran Ima Súmac, con quien se luce en varias fotos, también es amigo del mejor tenor del mundo: Juan Diego Flórez. Ese espíritu y apasionamiento por la música, hicieron que fuera uno de los fundadores de la reconocida asociación PROLÍRICA, junto a Luis Alva y otras personas más.
Don Alfredo ha incursionado en muchos giros de negocio: desde la mencionada venta de autopartes y luego de las distintas marcas de automóviles que aparecen en el listado de líneas arriba, pasando por la venta de electrodomésticos; es en este negocio que como estrategia de marketing (término desconocido por aquel entonces) creó un producto llamado “El Colectivo Graf” lo que muchos años después se convirtió en el modelo de las famosas “Listas de Novios” de algunas tiendas por departamento muy conocidas en el país.
Años después fue el primero en traer al Perú un modelo de negocio al que también le vio mucho futuro; nuevamente el tiempo se encargó de demostrar que don Alfredo no se equivocó. Introdujo al país la primera franquicia de nuestra historia: la licencia de Avis-Rent-a-Car. Fue justamente con este negocio que llegó también uno de los episodios más difíciles de su vida: el MRTA colocó un coche-bomba en los sótanos del Sheraton Lima Hotel, Graf alquilaba tres niveles para guardar los autos con los que brindaba los servicios y un lote de vinos muy finos que comercializaba. Para el momento del atentado terrorista, Alfredo Graf se hallaba negociando con la compañía de seguros los términos de las pólizas de sus autos, lo que hizo que todos los vehículos de su stock queden sin cobertura, perdiendo de esta forma absolutamente todos los autos producto de aquel atentado. Este evento sumió al señor Graf en una profunda crisis económica; no obstante, este fue el trampolín de don Alfredo que lo impulsó a mirar con atención al mercado inmobiliario.
Fue en los años noventa que don Alfredo migra a la actividad inmobiliaria, inspirado en una experiencia con una amiga personal que lo ayudó a encontrar un departamento en la calle Camino Real en San Isidro, esto hizo que Graf se interesara en el negocio de dicha amiga, pero don Alfredo llevó la labor inmobiliaria a otro nivel y convirtió a la empresa que lleva su nombre en una de las referentes del mercado local.
Sin embargo, en noviembre del 2006 sufrió un accidente cerebro vascular que lo obligó a estar por casi un año y medio sin poder comunicarse con normalidad. Nuevamente esto no lo detuvo, al día de hoy se le nota inmensamente recuperado y en la actualidad sigue yendo a su oficina sin falta de lunes a domingo, de nueve de la mañana a nueve de la noche, tal como lo recuerdo siempre.
Particularmente tengo varias anécdotas con don Alfredo y unas valiosísimas enseñanzas, las que serán pretexto de otro artículo porque el de hoy está dedicado a él y no a mí ni a mis memorias ni opiniones. Hoy rindo este humilde homenaje a aquel enorme empresario, a aquel octogenario súper lúcido que me enseñó con el ejemplo que, por encima de lo que sea, primero sigue estando la obligación de atender al cliente.
Cabe recalcar que en tiempos en los que hablamos constantemente de marcas personales, de la digitalización de las comunicaciones y de la globalización de la información, Alfredo Graf no ha sido ajeno a ello pues él ha logrado justamente lo más difícil: hacer de su nombre una marca que es sinónimo de seriedad, prestancia y una enorme experiencia en el mercado inmobiliario peruano.
Esta es mi versión de la historia de un señor que pasó por eventos que hubiesen traído abajo a cualquier persona: un accidente de auto que lo mantuvo en cama por meses, un atentado terrorista que acabó con su patrimonio, así como también con su capital, la disolución de su matrimonio y un derrame cerebral que lo tuvo postrado en cama. Sin embargo, ello no lo derrumbó, por lo contrario, supo levantarse una y otra vez para hacerle frente a la vida, y llevar cada emprendimiento a la excelencia, como un guerrero, como un verdadero Ave Fénix.
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