Adiós 2021

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El año que se va ha sido, sin lugar a duda, uno de los más difíciles que yo pueda recordar en mi vida adulta: los rezagos de la pandemia, año electoral, incertidumbre política y económica, un presidente sin equipo para gobernar y una economía global aún endeble son parte de este sancochado del año que termina.

Añadido a todo esto, no puedo dejar de mencionar que en lo personal también fue un año bastante complicado, la fractura de relaciones suelen ser una combinación de dificultad y un ejército de preguntas, las cuales no todas son respondidas. Pero todo en la vida suele encontrar un equilibrio y las crisis y los malos momentos no están excluidos de aquella ley no escrita.

Tal como lo señalé, el equilibrio llegó por varios caminos: en lo personal, los acontecimientos inesperados hicieron que me pudiera encontrar a mí mismo, a regresar a aquel camino del que nunca debí alejarme, a conocer y reconocer mis errores y cómo ellos le hacían daño a quienes más me importan y de curar aquellas heridas invisibles que suelen ser más dolorosas que aquellas que sí se pueden ver.

En lo profesional: si bien tenemos un panorama no tan prometedor, tal como lo mencionamos líneas arriba, la última crisis que estamos viviendo ha servido para, una vez más, probar nuestra resiliencia, para probarle al mundo que podemos cambiar nuestra realidad si verdaderamente estamos dispuestos a ello.

Podría asegurar que el término más usado en este 2021 que ya nos deja ha sido, justamente, “crisis”. La RAE define esta palabra desde dos puntos muy interesantes que reflejan indudablemente los lados tanto personal como profesional de este término:

Situación grave y decisiva que pone en peligro el desarrollo de un asunto o un proceso.
Situación difícil de una persona o una cosa.

Ambas acepciones describen casi a la perfección lo que significa la palabra más usada en este año que se va, lo que no menciona la RAE, quizá por ser meramente un concepto es aquello que a veces suena como un cliché: “toda crisis guarda también una oportunidad”. Esta frase cobra hoy por hoy una importancia que tiene una vigencia muy fuerte, esto sólo para quienes pueden ver dichas oportunidades en donde el resto sólo ve desesperación y caos.

El pasado sábado 18 de diciembre se llevó a cabo la primera Convención Anual de Expertos Inmobiliarios CADEI 2021, en la cual tuve el enorme placer de ser considerado como ponente al lado de estupendos profesionales y tuvimos la oportunidad de analizar la coyuntura actual y todos coincidimos en que nuestro país ya ha pasado por innumerables crisis y que siempre hemos sabido sortear los obstáculos más inesperados: terrorismo, hiperinflación, auto golpe, corrupción, 4 presidentes en 5 años, un manejo terrible de la pandemia y un largo etc.

Si todo esto no destruyó nuestro gran país la pregunta salta por sí sola: ¿Por qué pensar que una recua de ineptos podría hundir a nuestro Perú? Ojo, no estoy siendo un optimista desmedido, sólo describo un escenario que ya he podido pasar hasta dos veces y con un resultado similar: la salida de nuestra gente, del verdadero pueblo, de ése que no se rinde y que lucha a diario por el bienestar de los suyos.

Es hora de dejar de lado las quejas y el pesimismo contagioso para tomar las riendas de nuestro destino y del destino de nuestra patria, para poder lograr dejarles a nuestros hijos un lugar con condiciones idóneas para poder vivir y desarrollarse.

Es el más sincero de este humilde servidor que pueda encontrarme con colegas y amigos el siguiente año y que podamos contarnos las anécdotas en la que se convertirán estas vivencias y compartiendo las enseñanzas que nos dejaron estos tiempos difíciles.

Desde esta humilde columna les deseo que el próximo 2022 sea un año lleno de prosperidad y abundancia de bendiciones, que nuestras empresas, oficinas o personas crezcan y que el trabajo y la prosperidad nunca falten.

Muchas gracias.